Se ha resuelto la telenovela: ya está confirmada la reunión de Guns N' Roses. Axl Rose y Slash (+ Duff McKagan) volverán a compartir escenario después de aquel último concierto en el estadio del River Plate (Buenos Aires) en 1993. Han pasado 23 años.
Probablemente no sea lo que muchos esperaban, es decir, una reunión completa con la formación clásica (Axl Rose, Slash, Izzy Stradlin, Duff McKagan y Steven Adler), pero seguro que el verdadero morbo mediático es la imagen de Axl y Slash tocando juntos de nuevo. De los miembros de Apetite for Destruction solo estará con ellos dos el bajista Duff McKagan.
Las pistas más recientes que apuntaban a que esta reunión iba a confirmarse pronto fueron dos: que la web de la banda se actualizó con el logo que utilizaban en los años 80 y que en cines de Estados Unidos emitieron un teaser con imágenes de público y el "Welcome To The Jungle" de fondo antes de proyectar Star Wars: The Force Awakens. En otras palabras, querían que la gente se enterara de ello, querían calentar el ambiente. Y vaya que si lo han conseguido.
Los Guns N' Roses darán dos conciertos en Las Vegas en abril, antes del festival de Coachella que se inicia unos días después y que se suponía iba a alojar la primera reunión de los roqueros tras 20 años.
La banda había anunciado a principios de enero que iba a reagruparse para el célebre festival californiano de Coachella, donde el cantante Axl Rose y el guitarrista Slash iban a tocar juntos por primera vez en 23 años.
Pero el grupo anunció este martes en su página de internet que tocará también el 8 y el 9 de abril en el estadio T-Mobile que acaba de inaugurarse en Las Vegas (Nevada, oeste).
Estos dos conciertos amenazan robarse el show del festival californiano, que tiene lugar los fines de semana del 15 y del 22 de abril y cuyas entradas ya están agotadas.
Lo realmente curioso con estos “grandes retornos” es que una vez hecho el anuncio, baja la ansiedad. Casi como si no importara lo que más debería importar: que el viejo clan reagrupado logre estar a la altura de las expectativas que genera su retorno.
En los últimos ochenta y primeros noventa, Guns N’ Roses tenía más audiencia que prestigio. La banda llenaba estadios en todo el mundo y vendía cifras de discos que hoy resultan impensables. Pero gran parte de la crítica los consideraba demasiado comerciales, palabra muy despectiva en el circuito rockero de entonces. Su éxito en las radios no les granjeó el cariño de los puristas. El tiempo, sin embargo, ha revalorizado la marca. Resulta que en las radios nostálgicas que dominan el dial siguen sonando tanto o más dos décadas después de la ruptura de la formación original en 1994.
Lo de Guns N’ Roses asoma incierto, pero siempre en el contexto de una operación cuya rentabilidad está garantizada. Para decirlo de otro modo, la vuelta de Axl Rose y parte de su antigua tropa será espectacular y convocante, aunque quizás no lo merezcan. Y justo ahí asoman las palabras de un viejo como David Gilmour, uno que lleva décadas resistiendo la tentación económica y nostálgica de revivir a Pink Floyd, y que alguna vez respondió con inusual franqueza sobre estos asuntos: “A ustedes les hacemos un favor al no juntarnos, porque lo cierto es que esa banda que suena en sus cabezas, esa fantasía de lo que alguna fuimos, ya no existe mas”. Habrá que ver si Guns N’ Roses logra al menos hacer un leve guiño a su ilustre pasado para darle algo de consistencia a un retorno que hasta el momento sólo se sustenta en ilusiones.
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